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REALIDADES OCULTAS: PLANETAS TRANSPERSONALES

  • Marta Yolanda Aguirre
  • 8 ago 2019
  • 2 Min. de lectura

Más allá de las “realidades” que vivimos de manera cotidiana sentimos que hay “otras realidades” que vienen desde afuera.

En Astrología analizamos estas “realidades” con los siete planetas denominados “personales”, que nos darán una visión de la personalidad desarrollada, su forma de amar, su forma de relacionarse, sus metas, sus aspiraciones, etcétera.

Estos planetas interiores y conscientes son: Sol, Luna, Venus, Marte, Mercurio, Júpiter y Saturno.

Pero existen otras "realidades" que se conservan inconscientes, que subyacen ocultas y que tienen gran influencia sobre la persona, aunque pertenezcan a dimensiones llamadas transpersonales, más allá de la Conciencia Individual.

Esta influencia nos llega de tres planetas Urano, Neptuno y Plutón.

El ser humano, en su camino de crecimiento personal, debe ordenar su vida en el plano terrestre organizando su conciencia.

Los siete planetas personales son los encargados de mostrarle quien es y con qué capacidades personales ha llegado a esta vida.

Luego, comienza el proceso de integrar los otros tres planetas, denominados transpersonales, encargados de habilitarlo para comprender una realidad mayor a sí mismo.

Estos planetas desarticulan las viejas estructuras de vida en el planeta.

REPRESENTAN un nuevo tiempo en la conciencia colectiva, son un reto SI NOS AFERRAMOS a nuestra antigua manera de ser.

Algunos ejemplos para comprender la influencia de los planetas transpersonales

En 1781, fue descubierto Urano.

Ese era un momento que coincidió con la Revolución Francesa, acontecieron grandes transformaciones sociales, políticas y culturales que llegan hasta nuestros tiempos.

Otra sincronía, la energía eléctrica, los primeros experimentos de conductividad y electricidad comienzan en esta época.

Urano se define como el portador de lo nuevo, de ideas innovadoras, altruistas, que tienen el poder de cautivar la mente.

Despierta la intuición, la telepatía.

En 1846, fue descubierto Neptuno.

La energía de este planeta se asocia con la espiritualidad, pero ¡cuidado! también con paraísos artificiales (drogas, estupefacientes). Surge una nueva mirada hacia el ser humano a través de la psicología.

Coincidentemente, desde las profundidades de la tierra emerge otra fuente de energía: el gas.

Neptuno es el centro de conciencia más etéreo, situado a la altura de la glándula pineal.

La manifestación consciente de esta vibración expande el Alma hacia un estado de Amor infinito.

En 1930 es descubierto Plutón.

Planeta asociado con la desintegración de la materia.

Coincide con el descubrimiento de la energía atómica

15 años después, el mundo conoce el poder de Plutón, se dispara la primer bomba atómica.

La sutilísima energía de Plutón en el plano material actúa como transformadora y regeneradora de normas, ideas, formas; genera cambios revolucionarios.

Aunque con una mano destruye y aniquila, con la otra está dispuesto a construir sobre bases diferentes.

Es como un volcán que estalla y deja correr su lava incandescente, pero luego deja una tierra fértil para cultivar.

Plutón nos lleva a las tinieblas de nuestro propio inconsciente para barrer lo que ya no sirve y así poder reconocer otros potenciales escondidos allí.

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